Hoy han sido varias las personas que me han preguntado cuál era mi opinión respecto al nombramiento de Carme Chacón como nueva ministra de defensa.
En realidad no he estado demasiado atento a los últimos acontecimientos políticos del país, no sé cómo se ha desarrollado el debate de investidura, no sé cuáles han sido las reacciones de partidos opositores..., en definitiva, sé todavía menos que el mismísimo Sócrates. No es que me enorgullezca por estar absolutamente desconectado de la actualidad política, de hecho, me hace sentir extraño. Y es que, en un momento en que mi particular actualidad se reduce a indicadores económicos, a protagonistas de suspensiones de pagos o a "performances" (perdonad, pero es un poco tarde como para pensar en la palabra exacta) de mercados exitosos, el hecho de que el nuevo ministro de defensa español sea mujer es cicunstancial.
A simple vista, el nombramiento es extraño, seguramente pueda parecer equivocado. Es difícil pensar que una mujer y, además, una mujer embarazada, pueda considerarse como uno de los principales jefes del aparato militar estatal. Uno podría imaginarse para un puesto así a individuos de perfil absolutamente opuesto.
Sin embargo, y pese a no compartir la elección, es cierto que el giro que puede darse al concepto de ministro de defensa es tal, que puede valer la pena el riesgo asumido. En una sociedad en que el estamento militar sigue derroteros similares al religioso, en cuanto a tendencia de popularidad a la baja, es la opción ideal para convertir "las pistolas" en algo secundario. "Toma Carme, te doy este ministerio que es de los importantes, aunque tú y yo sabemos que aquí no pintamos nada, ni tú ni yo. Por cierto, sólo estarás una temporada, tu próximo cometido será sustituir a Rouco".
No sé cuál será la reacción de los militares que reciban la visita de la flamante ministra en cualquiera de sus nada envidiables destinos, imagino que no faltarán las bromas de mal gusto. Ahora bien, si Trillo fue capaz, es indudable pensar que Chacón también lo será; de lo contrario... siempre hay segundas oportunidades, preguntadle a Doña Magdalena Álvarez.