A mediados del siglo XIX Irlanda sufrió una galopante crisis que sumió al país en la más absoluta miseria. En ella radica la razón por la que miles de irlandeses dejaron el país y se establecieron en diferentes rincones del mundo. Fueron un millón los que decidieron emigrar y un millón más los que perecieron debido a la hambruna.
Por aquel entonces, la población tenía como elemento principal de su nutrición la patata, y una plaga que afectó al tubérculo provocó que los irlandeses vieran desaparecer su principal sustento. La patata empezó a escasear, y su precio a subir. Lo curioso del asunto es que, cuanto más subía el precio de la patata, más lo hacía su demanda, dicho de otro modo, la elasticidad precio de la demanda era positiva.
Los economistas tomaron esta situación como ejemplo para definir los denominados bienes Giffen, caracterizados porque su demanda sube al aumentar el precio, bienes que a muchos les cuesta creer que puedan darse en la realidad y los consideran meramente teóricos.
Hoy, tomando una deliciosa Murphy’s, he recordado la llamada “Crisis de la patata” irlandesa. Durante centésimas de segundo mis ojos se han dirigido hacia un cartel que había sobre un balcón de la cera de enfrente que rezaba “en venta”. Habrá sido obra del subconsciente, ya que durante el siguiente trago me he preguntado: “¿Por qué aumenta en los españoles ese sentimiento de necesidad de comprar una vivienda cuando los precios se incrementan de un modo tan desproporcionado y antinatural?”
Uno no es dado a la bebida, será por eso que le bastan un par de stouts para llegar a ser capaz de mezclar viviendas y patatas.
Por aquel entonces, la población tenía como elemento principal de su nutrición la patata, y una plaga que afectó al tubérculo provocó que los irlandeses vieran desaparecer su principal sustento. La patata empezó a escasear, y su precio a subir. Lo curioso del asunto es que, cuanto más subía el precio de la patata, más lo hacía su demanda, dicho de otro modo, la elasticidad precio de la demanda era positiva.
Los economistas tomaron esta situación como ejemplo para definir los denominados bienes Giffen, caracterizados porque su demanda sube al aumentar el precio, bienes que a muchos les cuesta creer que puedan darse en la realidad y los consideran meramente teóricos.
Hoy, tomando una deliciosa Murphy’s, he recordado la llamada “Crisis de la patata” irlandesa. Durante centésimas de segundo mis ojos se han dirigido hacia un cartel que había sobre un balcón de la cera de enfrente que rezaba “en venta”. Habrá sido obra del subconsciente, ya que durante el siguiente trago me he preguntado: “¿Por qué aumenta en los españoles ese sentimiento de necesidad de comprar una vivienda cuando los precios se incrementan de un modo tan desproporcionado y antinatural?”
Uno no es dado a la bebida, será por eso que le bastan un par de stouts para llegar a ser capaz de mezclar viviendas y patatas.