jueves, 25 de septiembre de 2008

Tormenta de otoño

Conduzco bajo una inquietante tormenta hacia el aeropuerto de Granada. La lluvia cae con tal intensidad y fuerza que algunos conductores optan por detenerse en el arcén. Otros, conectan la señal de intermitencia y avanzan a penas a 50 km/h por la autopista. Inconscientemente, los voy dejando a todos atrás mientras la tormenta parece arreciar aún más.
A mi izquierda, en sentido contrario, un Peugeot se ha chocado contra la bionda central y ha quedado seriamente dañado. Una patrulla de la Guardia Civil ha acudido a socorrerlo. Más a la izquierda aún veo lo que parece el ojo de la tormenta. El golpeo de las gotas de agua contra el parabrisas es cada vez más fuerte, el ruido que provocan resulta hipnótico. Los limpiaparabrisas, pese al esfuerzo, parecen vencidos.
Tomo el volante con ambas manos. Me concentro en los escasos puntos de referencia que aún consigo ver. Y avanzo. Avanzo a través de la primera tormenta de otoño, que, sin duda, no será la última.

10 comentarios:

Belén dijo...

A mi me dan mucho respeto las tormentas, y si encima viajo, mas aún...

Besicos

wen- dijo...

Uy, uy, qué miedito..... Yo prefiero verlas parada, no en movimiento...
Eso sí, me encantan :)

JAL dijo...

Pues hoy ha salido el pueblo donde me pilló la tormenta por la tele con inundaciones

pati dijo...

No, no será la última, sin duda, pero tu particular modo de contárnosla sí que es única...

Un beso, JAL :)

p.S.: Ten cuidado, ok?

ismo dijo...

Me has acojonao tanto que veía una escena nocturna, como si la oscuridad de la tormenta hubiese cambiado el día en noche. Me veía a oscuras y encerrado.

Piedad dijo...

¡Por suerte no iba contigo, porque de haber ido me hubiera hecho una cosita encima jajaj! ¿No sabes el miedo que me dan las tormentas! Pero aparte de eso, todo fue bien ¿no?
Petons.

Bernardo dijo...

Hace unos años me sucedió algo similar, yendo desde Granada hasta Córdoba. Era pleno verano.

La carretera quedó cubierta de lagunas. Sobre los coches parados caían las torrenteras que el agua abría entre las colinas de olivos, portando piedras, árboles...

Me la jugué y decidí atravesar los charcos con mi vehículo. Cualquier cosa menos esperar dentro del coche a que te sepultaran. Logré alcanzar un pueblo y refugiarme en un hostal. Durante toda la noche protección civil estuvo llevando al establecimiento a las personas que rescataban. Muchos tuvieron que dormir en el comedor.

Al día siguiente supimos que la tromba de agua se había llevado por delante a 23 automóviles.

PD: A vuelta de vacaciones, apenas había tenido tiempo de comentar la anécdota con mis amigos cuando, el 2 de septiembre, una tromba de agua que sacudió todo el Maresme inundó mi casa en apenas media hora.

Aquello jodió más.

tootels dijo...

bueno... hoy si andas por Madrid tendrás oportunidad de revivirlo.. un saludo!!!

JAL dijo...

Pati, anda, anda, no te pases. Jeje, Gracias guapa!

Ismo, bueno, ya ha salido el sol

Piedad, sí, todo bien, besos

Bernardo, yo me cagué cuando la carretera estaba llena del barro que iba cayendo de los taludes de la carretera

Tootels, lo he vivido desde la bolsa, que es peor, jeje

santamaria dijo...

Me encantan las tormentas, es como si me hiciesen sentir pequeño pequeño...