Una monótona voz rompía el silencio que reina en un caluroso mediodía en Plaka, en Milos. Alguien parecía entonar una extraña melodía, que inundaba la calle al permanecer las azules puertas abiertas. Hipnotizado, no pude evitar avanzar hacia la dirección de donde provenía la voz.
Tras la puerta de lo que resultó ser un humilde restaurante me esperaba una sorpresa. En su interior, un mesa con la comida que iba a ser servida ese día, rodeada por todo el personal del establecimiento; ante ella, un sacerdote, ataviado con una larga túnica y un tradicional “sombrero” ortodoxo. Sí, se estaban bendiciendo los alimentos que se servirían posteriormente.
Tras acabar con el ritual, el sacerdote tomó una pequeña ración de uno de los platos y bebió de su vaso. No podía demorarse demasiado, lo esperaban otras viandas en el resto de restaurantes del pueblo, alimentos que bendecir y que degustar. Podría decirse que se trataba de un peculiar modo de ir de tapas, eso sí, en nombre de Dios.
Tras la puerta de lo que resultó ser un humilde restaurante me esperaba una sorpresa. En su interior, un mesa con la comida que iba a ser servida ese día, rodeada por todo el personal del establecimiento; ante ella, un sacerdote, ataviado con una larga túnica y un tradicional “sombrero” ortodoxo. Sí, se estaban bendiciendo los alimentos que se servirían posteriormente.
Tras acabar con el ritual, el sacerdote tomó una pequeña ración de uno de los platos y bebió de su vaso. No podía demorarse demasiado, lo esperaban otras viandas en el resto de restaurantes del pueblo, alimentos que bendecir y que degustar. Podría decirse que se trataba de un peculiar modo de ir de tapas, eso sí, en nombre de Dios.
6 comentarios:
Veo que los religiosos siempre se lo montan bien, sea donde sea.
Bueno, al menos comiste "bendecido" por una vez, seguro.
jaja, pues es cierto, ponle excusa santa o lo que quieras, pero siempre dan lingotazos a horas bastante extremas, y si de paso se puede dar algun que otro bocao para asentar el estomago, benditos sean estos alimentos señor jesus!, tu que pasaste tanto hambre por tu pueblo en el desierto, mira como trago yo en tu memoria.
Un saludo
Que gracioso juas.Esperemos que no bebiera vino todo el tiempo, sino menuda chuza.
Oye, que foto más chula, debe ser precioso eso.
Ellos sí que saben, por dios.
Como dice Wen, con lo del vino, si tiene que ir por toda la ciudad tiene que acabar con una caraja de cuidado.
Por un instante crei que era Sidi Bud SAid, tiene el mismo azul eléctrico.
Saludos.
Morgana, cosas del Mediterráneo, algo tienen que tener sus pueblos en común
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