domingo, 31 de diciembre de 2006

"Sunday evening feeling"

Es común hacer balance de lo acontecido a lo largo del año durante la cena de Nochevieja, dejando para la medianoche los deseos para el año entrante. Desgraciadamente, nuestra escasa memoria y pareja imaginación, nos impiden recordar muchos de los acontecimientos remarcables y cifrar nuestros deseos de salud, dinero y amor.
2006 no va sino a agudizar nuestra desmemoria, y es que lo ocurrido ayer es capaz de desplazar muchos de los recuerdos que todavía teníamos presentes. Ayer nos despertábamos conociendo el desenlace del que fue denominado "As de picas" y nos tomábamos el café desconcertados por el atentado de Barajas.
El ahorcamiento del que una vez fue amigo y, como a tal, se le extendió la mano y se le brindó la ayuda necesaria para su lucha en Irán, supone un ejemplo más de lo complicado de las relaciones inernacionales: quien un día te da la mano (20 de diciembre de 1983)dimite otro día por no haber sabido liderar una guerra contra ti (8 de noviembre de 2006). ¿Qué puede hacer que alguien considerado afín pase a ser denominado "As de picas" si el regimen político que dirigía no había sufrido alteración a lo largo de todos esos años de relación? ¿Por qué un juicio puramente nacional en cuanto a causas del proceso e internacional en lo referente a letrados, custodia del acusado y presencia extranjera? ¿Acaso los crímenes de Irán no pueden ser considerados crímenes contra la Humanidad? ¿Entonces qué puede y qué no puede llamarse crimen contra la Humanidad? De ser estrictos, me temo que no habría sogas suficientes para acatar sentencias.
Mientras, nosotros, seguimos debatiéndonos sobre la conveniencia o no del diálogo. Mi sentimiento inicial ayer fue de profunda pena, de desconcierto, de pesimismo, de rabia. Eran muchas las esperanzas e ilusiones que se venían abajo. ¿Qué podemos esperar al respecto de 2007? Las tres partes principales deben detenerse por un instante y pensar en el sentido de sus actuaciones; para unos qué sentido tenía la actuación de ayer, qué sentido tiene la lucha, qué esperanza se tiene de un apoyo mayoritario a un movimiento minoritario. Otros deben pensar qué sentido tiene el diálogo, qué sentido tiene reconducir el proceso y qué vías posiblen existen para ello. Los terceros deben plantearse qué sentido tiene la oposición frontal al diálogo, qué sentido tiene el olvidar las experiencias recientes, qué sentido tiene mantener la división y acrecentar los nervios de los más impulsivos. La solución es sin duda alcanzable, tal vez el problema estriba en su rentabilidad para cada una de las partes.
En fin, 2006 nos deja con un sentimiento extraño, con temor a dar la mano a "un amigo", con temor a dialogar para hallar soluciones, y, si tuviéramos memoria, nos dejaría muchos más temores (cuál debería ser la reestructuración geopolítica en Oriente Medio para acabar con las recurrentes crisis, cómo va a evolucionar el temible calentamiento global, las dificultades en gozar de libertad de expresión en muchas zonas no necesariamente lejanas, los peligros que conlleva el rápido crecimiento económico mundial en cuanto a disponibilidad de recursos se refiere...).
Todo ello me induce un sentimiento similar al que me inundaba las tardes de domingo de mi infancia. Corría el año 1987 cuando, tras acabar el fin de semana, mi calle quedaba vacía de niños, que sólo venían a pasar dos días. Apesadumbrado, entraba en casa a media tarde, había pasado de nuevo, fin de los juegos, las risas, las aventuras... El sonido de agua en el baño me indicaba cuál era mi siguiente paso. Sentado en la bañera, y tras haber cruzado una espesa nube de vapor, pensaba en lo vivido durante la semana, en cuánto me había divertido; así, mis ojos se desentelaban, dando paso a una tímida sonrisa, el bautizado como "sentimiento de domingos por la tarde", la nostalgia infantil, se desvanecía poco a poco. Pero acababa desapareciendo compleamente cuando, todavía desde el baño, escuchaba los primeros acordes de una sintonía de tv, la que fue durante varias semanas la banda sonora de mi "Sunday evening feeling": "El secreto del Sahara", una serie que emitía TVE. Ahora, posiblemente, no hubiera visto un sólo capítulo, pero entonces suponía un exotismo tan embriagador para un niño de 6 años que es imposible no guardar un afectuoso recuerdo. Mientras Sabrina se empeñaba en mostrar sus exuberancias, en esa serie aprendí a descubrir la belleza tras los ojos de Andie McDowell (lo único que mostraba). Con los años aprendí que el compositor de mi personal banda sonora no era otro que el genial Ennio Morricone.
Por cierto, feliz 2007, vale la pena recuperar la esperanza y la ilusión.


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