Hoy se lee en la edición digital de El País, esa que cuenta las visitas como el PP a los manifestantes (de sus manifestaciones, por supuesto), que el periódico aventaja más aún a sus perseguidores según el OJD.
El periodismo, al menos el que se encuentra bajo el paraguas de una gran empresa, y al menos en este país, sigue una vía paralela a la de la política, es decir, abocada a cansar a la audiencia y a desencantarla. Uno puede leer que El País está por delante del resto de periódicos y estar de acuerdo, es más, no dudo que así sea. Sin embargo, ¿qué fiabilidad tiene un medio como el OJD tan fácilmente falseable?
Veamos un ejemplo. La multinacional X S.A., no por llamarse X relacionada con la industria del porno, contacta con el periodista P. La intención de X S.A. es que P publique un artículo en su periódico explicando lo estupendos que son en esa empresa o simplemente aclarando un malentendido que pudiera perjudicar a la dimensión de sus beneficios. P, que ya está acostumbrado a los recados, piensa en el modo en cómo podría redactar la información para darle credibilidad y, tras meditar unos instantes, acepta el encargo con ciertas condiciones. Y es que P rechaza la cantidad económica ofrecida por X S.A. a cambio del artículo; P propone que, en lugar de dinero, el pago se efectuará mediante un número determinado de suscripciones al periódico, cuyos ejemplares se encontrarán así en elevado número y en todas las oficinas de X S.A.
Podría ser también que P tuviera que publicitar un evento, por ejemplo un salón internacional del automóvil. Conociendo su altruismo y a sabiendas de su pasión por los coches, no sería descabellado que no cobrara la publicidad, que se conformara como contrapartida tan solo con unos cuantos miles de suscripciones durante los escasos días que durase el evento.
En definitiva, es absurdo que se intente vender que los lectores de periódicos tradicionales (refiriéndome a de pago) crecen indefinidamente, pues las ventas reales, las que se llevan a cabo en el quiosco, no hacen más que disminuir. De ahí que las fórmulas se hallen por ejemplo en las suscripciones a empresas, salones, etc.
A nivel de anunciante, en definitiva el que da de comer al periódico, o debería, yo dudaría de estas estimaciones de audiencia. Me explico, yo, anunciante del producto R, encargo un estudio de mercado del que obtengo que el perfil de las personas que van a comprar mi producto coincide en muchos aspectos con el de los lectores de El Mundo/ El País y el de los espectadores del programa DDL (las siglas son aleatorias, no perdáis el tiempo). Si observo las audiencias, compruebo que, si bien el periódico tiene una audiencia según el OJD algo menor, sus lectores coinciden plenamente con el perfil que requiero, mientras que los espectadores de DDL pueden mostrar cierta dispersión; por lo que puede ser aconsejable decantarse por invertir más en la campaña de la prensa escrita. ¿Qué ocurre si un elevado porcentage de esa audiencia ha obtenido el ejemplar de forma gratuita en una feria pensando al aceptarlo "A ver que dicen estos mentirosos de El Mundo/ El País"? ¿Es la campaña igual de efectiva?
En fin, voy a echar un vistazo al ejemplar de El ... que he cogido hoy de forma gratuita en la universidad.