Como la mayoría de domingos, salgo a la calle endormiscado en busca de algún bollo con que acompañar la taza de leche que el resto de la semana me conformo con tomar aceleradamente, y un par de periódicos para engañarme a mí mismo y hacerme creer que me preocupo por estar al día.
Esperando que el semáforo se ponga verde veo pasar uno tras otro tres coches rojos. Sonrío: "hoy va a ser un día bastante bueno". Hace un par de semanas, pensé en esa teoría cuando me pidieron algún título regalable (y es que los famosos Magos no lo saben todo), una de las teorías del protagonista de "El curioso...", Christopher Boone, un niño de quince años que relata los acontecimientos que se suceden tras el asesinato de un perro al tratar él mismo de resolver quién fue el asesino.
Una sencilla trama detectivesca que, tras introducirnos en el mundo particular de un niño que padece algo similar al autismo, apasionado de las mátemáticas y de Sherlock Holmes, nos conduce, a través de sus ojos a contemplar los problemas de comunicación de que adolecen, en general, las personas.
Si viajáis en metro o autobús, la brevedad de los capítulos lo convierten en la competencia perfecta para los recurridos ADN, 20Minutos u otros. En cualquier caso, si ahuyentados por mi pésima reseña, decidís no dedicarle las escasas horas que requiere su lectura, tened en cuenta que podéis estar perdiendo la oportunidad de conocer un personaje próximo a alcanzar la talla de mis admirados Ignatius Reilly o Holden Caulfield.
No hay comentarios:
Publicar un comentario