lunes, 15 de enero de 2007

Fraude de Ley

Inmerso en los textos legales que suponen la base de mi próximo examen, me viene a la cabeza una anécdota que pone de manifiesto que hay ocasiones en que el ingenio es capaz de dar un giro a la aplicación de la Ley, sin dejar de cumplirla.
Virgilio, el clásico, autor de "La Eneida", tenía una mascota a la que quería como si fuera un miembro más de su familia, cosa que podemos entender al menos aquellos que tenemos mascotas, lo curioso es que su mascota era una mosca. Y no es que desprecie tan molesto insecto, sino que se me hace extraño pensar que alguien pueda llegar a mostrar tal devoción por un ser cuya vida conoce que no va a exceder las tres semanas de longevidad (no recuerdo un amor tan repentino desde "Los amantes" de Louis Malle).
El caso es que, a la muerte del entrañable díptero, Virgilio decidió que merecía un funeral digno de un ciudadano de categoría. Así, acudieron importantes personalidades, y el artista contrató una orquesta y un séquito de plañideras para dar, si cabe, más realismo a la ceremonia, que se llevó a cabo en su mansión del Monte Esquilino, donde hizo construir un lujoso mausoleo para la ocasión, y en el que descansarían los restos de su estimada mascota.
El montante de tales actos ascendió a 800.000 sestercios (un obrero de la época podía obtener una remuneración que oscilaba entre los 700 y los 2.000 sestercios). ¿Qué podía haber supuesto el común bicho en la vida del poeta para dedicarle tantos esfuerzos?
Poco tiempo después de la muerte, imagino que con Virgilio todavía afectado por la pérdida, el triunvirato que gobernaba la República Romana (Octavio, Marco Antonio y Lépido), promulgaba un decreto por el cual se confiscaban las propiedades de los terratenientes para parcelarlas y dividirlas entre los soldados veteranos licenciados. Una reforma agraria de la que, curiosamente, quedaban exentos los terrenos que contuvieran tumbas, al tener la consideración de sagrados.




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