domingo, 31 de diciembre de 2006

"Sunday evening feeling"

Es común hacer balance de lo acontecido a lo largo del año durante la cena de Nochevieja, dejando para la medianoche los deseos para el año entrante. Desgraciadamente, nuestra escasa memoria y pareja imaginación, nos impiden recordar muchos de los acontecimientos remarcables y cifrar nuestros deseos de salud, dinero y amor.
2006 no va sino a agudizar nuestra desmemoria, y es que lo ocurrido ayer es capaz de desplazar muchos de los recuerdos que todavía teníamos presentes. Ayer nos despertábamos conociendo el desenlace del que fue denominado "As de picas" y nos tomábamos el café desconcertados por el atentado de Barajas.
El ahorcamiento del que una vez fue amigo y, como a tal, se le extendió la mano y se le brindó la ayuda necesaria para su lucha en Irán, supone un ejemplo más de lo complicado de las relaciones inernacionales: quien un día te da la mano (20 de diciembre de 1983)dimite otro día por no haber sabido liderar una guerra contra ti (8 de noviembre de 2006). ¿Qué puede hacer que alguien considerado afín pase a ser denominado "As de picas" si el regimen político que dirigía no había sufrido alteración a lo largo de todos esos años de relación? ¿Por qué un juicio puramente nacional en cuanto a causas del proceso e internacional en lo referente a letrados, custodia del acusado y presencia extranjera? ¿Acaso los crímenes de Irán no pueden ser considerados crímenes contra la Humanidad? ¿Entonces qué puede y qué no puede llamarse crimen contra la Humanidad? De ser estrictos, me temo que no habría sogas suficientes para acatar sentencias.
Mientras, nosotros, seguimos debatiéndonos sobre la conveniencia o no del diálogo. Mi sentimiento inicial ayer fue de profunda pena, de desconcierto, de pesimismo, de rabia. Eran muchas las esperanzas e ilusiones que se venían abajo. ¿Qué podemos esperar al respecto de 2007? Las tres partes principales deben detenerse por un instante y pensar en el sentido de sus actuaciones; para unos qué sentido tenía la actuación de ayer, qué sentido tiene la lucha, qué esperanza se tiene de un apoyo mayoritario a un movimiento minoritario. Otros deben pensar qué sentido tiene el diálogo, qué sentido tiene reconducir el proceso y qué vías posiblen existen para ello. Los terceros deben plantearse qué sentido tiene la oposición frontal al diálogo, qué sentido tiene el olvidar las experiencias recientes, qué sentido tiene mantener la división y acrecentar los nervios de los más impulsivos. La solución es sin duda alcanzable, tal vez el problema estriba en su rentabilidad para cada una de las partes.
En fin, 2006 nos deja con un sentimiento extraño, con temor a dar la mano a "un amigo", con temor a dialogar para hallar soluciones, y, si tuviéramos memoria, nos dejaría muchos más temores (cuál debería ser la reestructuración geopolítica en Oriente Medio para acabar con las recurrentes crisis, cómo va a evolucionar el temible calentamiento global, las dificultades en gozar de libertad de expresión en muchas zonas no necesariamente lejanas, los peligros que conlleva el rápido crecimiento económico mundial en cuanto a disponibilidad de recursos se refiere...).
Todo ello me induce un sentimiento similar al que me inundaba las tardes de domingo de mi infancia. Corría el año 1987 cuando, tras acabar el fin de semana, mi calle quedaba vacía de niños, que sólo venían a pasar dos días. Apesadumbrado, entraba en casa a media tarde, había pasado de nuevo, fin de los juegos, las risas, las aventuras... El sonido de agua en el baño me indicaba cuál era mi siguiente paso. Sentado en la bañera, y tras haber cruzado una espesa nube de vapor, pensaba en lo vivido durante la semana, en cuánto me había divertido; así, mis ojos se desentelaban, dando paso a una tímida sonrisa, el bautizado como "sentimiento de domingos por la tarde", la nostalgia infantil, se desvanecía poco a poco. Pero acababa desapareciendo compleamente cuando, todavía desde el baño, escuchaba los primeros acordes de una sintonía de tv, la que fue durante varias semanas la banda sonora de mi "Sunday evening feeling": "El secreto del Sahara", una serie que emitía TVE. Ahora, posiblemente, no hubiera visto un sólo capítulo, pero entonces suponía un exotismo tan embriagador para un niño de 6 años que es imposible no guardar un afectuoso recuerdo. Mientras Sabrina se empeñaba en mostrar sus exuberancias, en esa serie aprendí a descubrir la belleza tras los ojos de Andie McDowell (lo único que mostraba). Con los años aprendí que el compositor de mi personal banda sonora no era otro que el genial Ennio Morricone.
Por cierto, feliz 2007, vale la pena recuperar la esperanza y la ilusión.


jueves, 28 de diciembre de 2006

Conseguir calor para seguir fríos

Hace unos meses, el miedo a un invierno gélido se apoderaba de gran parte de nuestros vecinos europeos, precisamente de aquéllos que más amenazados están por las bajas temperaturas ivernales. No es que se temiera por una repentina inversión del temido y temible efecto invernadero, el temor se dirigía hacia Ucrania, que en aquellos momentos se convirtió en la puerta a Europa del gas ruso.
Hoy, los temores vuelven a resurgir tímidamente, atenuados por la grata resolución anterior, al ver como Bielorusia plantea de nuevo el problema del cierre de otra puerta del gas ruso a Europa. El conflicto vuelve a ser el mismo, brevemente para quien necesite una introducción: Bielorusia no acepta los precios de gas que Rusia pretende imponerles (110 dólares frente a los 46,68 actutuales) y amenazan con aprovechar que el gas se conduce a través de su país para, o bien cobrarles un canon de paso, o bien cortar el suministro más allá de sus fronteras (considérese un precio de mercado para el resto de Europa de un orden de 250 dólares los mil metros cúbicos).
Desafortunadamente, Bielorusia, como Ucrania en su momento, no puede afrontar un incremento tan importante y, sobretodo tan brusco, en sus presupuestos, por lo que ello supondría un varapalo terrible no sólo para la economía nacional bielorusa, sino también, y con un impacto mediático mayor, para las economías domésticas del país. Ello me conduce a una primera pregunta. Parafraseando al mayor ignorante de la historia: ¿qué es preferible, que el gas sea para la mayoría o que sea para todos?
En cualquier caso, y no dudando de la rápida resolución de la disputa, vuelve a aterrorizarme el poder que puede ejercer la industria energética en la sociedad. El recuerdo de los "smartest guys in the room" jugando con la energía eléctrica de ciudades enteras llega a agudizar mi miedo si traslado la acción a lo que un día fue el segundo mundo. Y es que resulta aún más peligroso, pues estos chicos no tan sólo parecen listos, sino que son si cabe más poderosos, ¿o acaso no han estado presidiendo el ineficaz G8 durante los últimos meses? Además, la caída de los primeros suponía el derrumbe de grandes empresas, pero acabar con éstos últimos supondría la caída de un país entero (ya que se supone que si el presidente de Gazprom, el señor Medvedev, se perfila como posible sucesor del actual presidente del país, es porque hay algún tipo de tejido entre ambas "instituciones").
Parece lógico que los países intervengan en la actividad empresarial del sector energético, no sólo porque la dimensión de la mayoría de empresas del sector ha sido adquirida gracias a su origen público (por lo que hablar de las leyes del mercado es engañoso), sino también porque se mezclan intereses públicos que deben ser garantizados frente a intereses puramente empresariales, es decir, privados. Es un sector con enormes posibilidades de crear importantes economías de escala, pero también de ocasionar las más devastadoras crisis internacionales, por ello es peligroso que se deshaga completamente de sus ataduras públicas.
Todo ello puede llevar a mostrar interés por las relaciones internacionales y teorías de juegos para acabar descifrando por qué hay ocasiones en que la solución pasa por cambiar el sistema político de un país para hacerse directamente con su control y otras en que, en condiciones similares, la solución pasa por ser mirar hacia otro lado, desentenderse, obteniendo algo a cambio. Pronto nos olvidaremos de venenos y de periodistas (de los pueblos realmente afectados ya apenas nos acordamos), habrá bastado con conseguir calor para seguir fríos.

viernes, 22 de diciembre de 2006

Elliott Smith

2:24 a.m. Me preparo un café, necesito llenar de un aroma acogedor mi rincón de estudio. Mientras lo disfruto escucho a Elliot Smith, le hago caso ("Drink up, baby, stay up all night"). Espero a que la ciudad se duerma, hoy parece nerviosa, ¿será por la lotería?, ¿será por mi examen?


miércoles, 20 de diciembre de 2006

Conoce a Papá Noel

De niño no sentía ninguna simpatía por Papá Noel, durante mucho tiempo ni siquiera había oído hablar de él. Tal vez fue el día que mostré cierto interés por quién era esa alternativa "freak" de Sus Majestades cuando decidió hacer acto de presencia.
Una mañana de Navidad, voy a mi habitación y... sorpresa! Una caja sobre mi cama me ponía en contacto por primera vez con el señor de la barba y el uniforme rojo. Mi ilusión pueril pronto se tornó desconcierto, ¿qué era aquello? Parecía un juego de mesa, ¿acaso no sabía que yo, como hijo único, no podía aprovechar ese tipo de juegos? Y, además, no había tenido ni la delicadeza de envolverlo para poder gozar del "momento desenvoltura".
Fui corriendo al salón para explicar a mis padres el error que había cometido el anciano y pedirles, ellos que conocían a más gente que yo, que le transmitieran mi enfado y que me bastaba con Los Reyes.
Tengo una buena noticia para todos los niños españoles, a partir del próximo sábado no habrá excusa para no conocer a Papá Noel (como era mi caso), pues el próximo sábado, a eso de las 22 horas, se le hace una entrevista en exclusiva en el programa Dolce Vita de Telecinco. ¿Qué mejor que esperar viendo como algún personaje de prestigio adentra a nuestros niños en un mundo tan tierno e interesante como el del corazón mientras esperan impacientes la intervención de su gurú? Además, se volverá un ser mucho más humano, pues probablemente conozcamos cuáles han sido sus mujeres, si maltrató a alguna de ellas, si ha tenido escarceos con las drogas e infinidad de cosas que sólo unos periodistas tan avispados son capaces de sacar a la luz.
A partir de ahí hay dos alternativas: 1) que los pequeños se aficionen a la mecánica del programa gozando del misterio de sus reportajes y de las entretenidas entrevistas sin importar el personaje invitado, o bien, 2) que decidan, como yo hice en su momento, que no quería que Papá Noel viniera a casa salvo que hubiera tenido tiempo de visitar previamente a todos los niños que lo necesitaban más que yo.
Ya lo indicaba Movistar, hay que atacar el mercado de los niños. Sólo me inquieta una cosa, con los años llegué a estar convencido que aquel señor de rojo era muchísimo más inteligente de lo que en un principio había creído: aquel Conecta 4 fue una de las herramientas que me permitieron pasar más horas con mi padre en mi infancia. Su aparición no me parece tan brillante.
Para acabar, si hay algún entendido que me pueda dar respuesta: ¿por qué el programa dejó de llamarse Salsa Rosa para pasar a ser Dolce Vita?

martes, 19 de diciembre de 2006

Ellos siempre ganan

A menudo observamos con nostalgia el sentimiento de nerviosismo, ilusión y alegría que muestran los niños en estas fechas, aquéllos que tienen la suerte de esperar la llegada de Papá Noel o Los Reyes Magos. Posiblemente todos tenemos algo que alegar frente a estas fechas, todos menos ellos, que las esperan impacientes durante todo el año.
Hoy, cuando en el infomativo hablaban de la compra por parte de Famosa de otras empresas jugueteras para hacer frente a la creciente competencia asiática, he recordado nostálgicamente aquellos años en que preparaba concienzudamente una mesita con polvorones, turrón y cava a la espera de que, en unas horas, en su lugar encontraría mis ansiados regalos. Si tuviera unos años menos la noticia me hubiera alegrado, ya que Sus Majestades deben de ver con buenos ojos poder hacerse con los regalos en el mismísimo oriente, sin embargo, hoy he pensado en otra cosa, qué otras vías tendría Famosa para no sucumbir a la feroz competencia asiática.
La respuesta sólo me la podía dar Dios que, considerando la nueva iconografía que he aprendido en el blog de Alex Guerrero, no es otro que el mismísimo Google. Pero como estas cuestiones no tienen respuestas mágicas ni únicas, me quedo con dos estrategias diferentes a la de la española. ¿Y si se trabaja en dos frentes, si se focaliza tanto el mercado de los niños como un mercado con ausencia de niños? Acabo visitando las webs de dos grupos a los que pertenecen Chicco (nunca conseguí el Chicco Rodeo) y Mr. baby, sonrío, me sorprendo, qué brillante. Sendos grupos han apostado por un mercado completamente diferente: el de los preservativos. El primero de ellos aglutinando la marca Control, el segundo, la también puntera Durex. Efectivamente, ellos siempre ganan.

"All fiestas must end"

Esta mañana, hojeando medio endormiscado el Wall Street Journal, he leído un titular que me ha llamado la atención: "Deconstructing Spain". Mientras trataba de diluir por última vez el azúcar en mi café preparándome para unos minutos de concentración en el artículo, no he podido contener una sonrisa: ¿habría también en el artículo un personaje desenfocado y frases memorables como "Yo soy ateo por la gracia de Dios" como en la película de Allen?
Definitivamente no. El tema volvía a ser el recurrente boom urbanístico y sus amenazas sobre la economía española. En cualquier caso, qué se dice más allá de nuestras fronteras sobre uno de nuestros tópicos, ya absolutamente intoxicado, podía ser interesante.
La información aportada, sin embargo, no resultaba nueva. El editorialista, Bret Stephens, partía de la base que no es la economía española la que está creciendo notablemente, como los principales indicadores así pueden hacer creer, sino su mercado immobiliario. A ello añadía que, mientras que nuestra economía supone alrededor de un 11% de la de la zona euro, la demanda española ha alcanzado la cifra del 32% en la misma zona. Bajo esas premisas, la visión apocalíptica del autor se desata.
Dado el peso del sector de la construcción en el PIB nacional y la concentración del crecimiento económico y el empleo que ello supone, y teniendo en cuenta que cada año se construyen unas 800.000 viviendas, que el procentaje de primera vivienda cubierta ya asciende al 85% y que el mercado de segunda residencia o la inversión en vivienda puede crecer en la medida que el precio es atractivo, las bases para la recesión económica española (siempre teniendo en cuenta los datos y las opiniones de Bret Stephens) están sentadas.
Ese era el esquema básico de su argumentación, edulcorado con alguna referencia a los casos de corrupción de Seseña o Marbella, y también considerando la caída de la productividad.
Pero lo que me ha irritado realmente del artículo era la excesiva y tal vez desacertada politización del asunto. Y es que el autor no plantea todos esos datos como una descripción de la situación actual, sino como una denuncia al gobierno de centro-izquierda en el poder. Ya en el segundo párrafo se insinúa esa idea: "All fiestas must end, or at least wind down. In this case, the thriving housing market covers up structural shortcomings in the economy to which the center-left government has paid scant attention." Denuncia, más adelante, que el gobierno ha alentado la situación a través de favorables medidas fiscales (tal vez existan, pero la legislación fiscal no se reforma cada legislatura). En cuanto a su crítica sobre la baja productividad y los efectos de ésta a medio plazo, planteo una reflexión: en estos momentos, la construcción, junto con los servicios, representan el mayor polo de atracción de empleo; y son precisamente esos sectores los que, por su propia estructura y características, aglutinan la menor productividad; de producirse la tan temida catástrofe la productividad no sería el problema, pues los otros sectores tienes índices aceptables.
Para acabar, esta es su sentencia: "The government of Prime Minister José Luis Rodríguez Zapatero seems far more content to ride the economic coattails of reforms introduced by its predecessors. But unless Madrid tackles these issues, Spain's boom times may soon be followed by a return to the more familiar mediocrity of the past."
No entiendo cómo se puede pretender que la situación del sector de la construcción en este país está donde está por la pasividad del gobierno actual, que lleva tres años en el poder mientras que la situación lleva agrabándose desde finales de los 90. Es evidente que este gobierno se jacta de ciertos indicadores económicos por engañosos que éstos sean, pero igualmente lo han hecho todos los anteriores y lo harán los que han de venir, y es que el triunfo en las elecciones es la gran meta, desafortunadamente.
Me molesta el posicionamiento político del periódico, de todos los periódicos, pero no me sorprende, desgraciadamente estamos acostumbrados a ello y, menos, como en este caso, en que el editorialista puede haberse visto motivado por la postura del gobierno español en Iraq o su posicionamiento en el conflicto de Israel contrario a sus ideas (hay quien considera a Stephens como pro-israelí). Lo que sí me sorprende, es que un editorialista de WSJ incurra en el siguiente error: si afirma "Spanish consumers keep the EU going", ¿cómo pretende aislar el desastre español, la vuelta a su "familiar mediocridad del pasado"? En un mercado globalizado, los fracasos no son nunca individuales, por lo que las consecuencias tampoco. Por otro lado, ¿es consciente el autor de la complejidad de la legislación española en materia de competencia urbanística? Si así fuera, ¿querría aceptar que la situación actual no hubiera sido posible sin el beneplácito de gobiernos locales de ambos colores?

lunes, 18 de diciembre de 2006

Avijit, no sólo un niño con cámara

Hace unos años discutía con una profesora sobre la importancia del entorno como condicionante del devenir de una persona. Yo defendía la idea de que, dependiendo de dónde se nace, uno puede o no aprovechar todo su potencial, que el entorno natural es capaz de lapidar las más privilegiadas mentes atormentándolas con situaciones rutinarias que conducen a la desesperación, la desmotivación y, finalmente, la no potenciación de las brillantes cualidades. Ella contestaba que estaba completamente equivocado; argumentaba, poniéndome el ejemplo del genial Beethoven, que, cuando nace un genio, no importa donde nazca, acabará aflorando, destacando, siendo efectivamente un genio. Y acababa con su recurrido: "Alarcón, t'esgarrifaries del que fa la gent!"
Es cierto, no ceso de sorprenderme con lo que hace la gente (tanto para bien como para mal). De todos modos, todavía no he cambiado de opinión nueve años después. Hace unas semanas tuve la enorme suerte de tropezarme con "Born into brothels", un film de 2004 en el que una periodista, Zana Briski, pretendía retratar la vida de las prostitutas del Barrio Rojo de Calcuta. La idea inicial se convirtió en un retrato de la vida en dicho distrito vista desde los ojos de un grupo de niños del barrio. La periodista dispuso una cámara de fotos a cada uno de los niños y les enseñó los conceptos básicos de la fotografía. A partir de ahí, el resultado es increíble, no sólo por la calidad de los trabajos realizados, sino por las reflexiones de los niños. Fue increíble ver la celeridad con que el entorno les había hecho madurar, la resignación, la normalidad con que explicaban aspectos de su vida capaces de sumir en una abominable depresión a nuestros sobreprotegidos sucesores occidentales. Los primeros minutos me era difícil contener la emoción, en seguida fue algo imposible, ver cómo la alegría y el nerviosismo se apoderaban de aquellas criaturas, cómo finalmente afloraba el niño dejando a un lado el pequeño adulto que minutos antes había explicado fríamente los efectos de la prostitución en el seno de sus familias, desbordó mi emoción.
Uno de aquellos niños, Avijit, era especialmente excepcional, sus aptitudes eran asombrosas. Hoy, gracias al éxito del documental, Avijit ha dejado atrás los avatares del Barrio Rojo, estudia en EE.UU. y su carrera es prometedora.
¿Qué hubiera ocurrido si el azar no hubiera llevado a Zana Briski a realizar su proyecto?¿Y qué hubiera ocurrido si Avijit no hubiera formado parte de aquel grupo de niños? ¿Hasta qué punto fue el azar o el genio el que propició el descubrimiento de Avijit?¿Realmente el genio es capaz de vencer al entorno? Muchas preguntas, baste la siguiente reflexión: ¿cuántas Zana Briski hay en el mundo? ¿cuántos entornos similares al Barrio Rojo de Calcuta? ¿cuántos Avijits deben de existir realmente?
La experiencia del film dio lugar a una organización: "Kids with cameras", que podéis visitar en http://www.kids-with-cameras.org/

sábado, 16 de diciembre de 2006

Sopa de piedras

Me sobrecoge una anécdota que escucho en un fragmento de un documental mientras trato de echar la siesta:
Una mujer angoleña, infectada con VIH y madre de 4 niños, al llegar la hora de la cena y no disponer de nada de comida para alimentar a sus hijos, recoge unas cuantas piedras y las pone a hervir en un cazo en un rincón de su choza. Desde fuera, los niños, jugando a ser felices en mitad de la más absoluta miseria, se contentan al ver salir vapor por la ventana. El hambre les empuja a impacientarse y a preguntar una y otra vez a la madre cuánto falta para cenar. La madre, paciente, desconsolada, impotente, responde siempre que prácticamente está, y sigue dando esa misma respuesta cada vez, hasta que el agotamiento se apodera de los niños y olvidan los gritos de su estómago, hasta que los pequeños caen rendidos en sus humildes lechos, que calmarán su hambre hasta el día siguiente, hasta la próxima sopa de piedras.

Nick Hornby


Ayer tuvo lugar la presentación del último libro de Nick Hornby en el Instituto Británico: "The long way down".
Hay ocasiones en las que te diriges a algún lugar por azar, podría decirse que mi asistencia al acto siguió ese patrón. Mi lectura de su anterior trabajo ("How to be good"), aun siendo ligeramente placentera, no me despertó especial interés hacia la obra del autor. Aun así, me pareció como si éste, tras "gozar" de una vida convulsa, escogiera detalles y personajes reales de su vida para exagerarlos y caricaturizarlos hasta convertirlos en los protagonistas de una ficticia ficción, o semificción, lo cual, me casusaba cierta atracción.
La imagen del escritor artista contemplando la pantalla de su ordenador a altas horas de la madrugada hasta recibir la inspiración, ya habiendo consumido varias copas de vino o whisky, siempre me ha cautivado. Y, en este caso, ¿qué mejor hora para caricaturizar los detalles más duros de tu vida que la madrugada?
Así fue como llegué allí, a la espera de encontrar un joven bohemio, borracho de éxito y deseoso de volver a ver su novela adaptada al cine con motivo de obtener unos ingresos capaces de permitirle mantener un acomodado y despreocupado nivel de vida. No fue eso lo que encontré.
Diez minutos después de la hora indicada, rompiendo el tópico de la puntualidad inglesa, le veo aparecer. Mis esquemas iniciales se vienen abajo; zapatos negros, desgastados por el uso, tal vez cepillados el día anterior o quizá utilizados para un largo paseo por la ciudad, tejano azul oscuro clásico, chupa de cuero alejada de los cánones actuales de la moda, más próxima a las utilizadas a principios de los noventa. En esa primera imagen, se asemeja a cualquier inglés rondando los cincuenta de clase media-baja, cuya afición por el fútbol y la cerveza y lo maltrecho de su cuerpo lo convierten en la imagen del climaterio de un "hooligan" o un "lager lout".
Se sienta. No puedo dejar de observar su prominente calva. Se deshace de su chupa, el calor es sofocante. Muestra su camiseta negra de manga corta con un logo en el pecho en letras blancas y mayúsculas: "Born to read". No puedo creer que sea él. Tal vez las exageraciones que suponía no eran tales y se trata realmente de una caricatura en sí mismo.
Tras una breve y sosa introducción por parte de un joven crítico, Nick Hornby empieza su primera intervención. Consiste en la lectura de un fragmento del libro. De repente, pierdo de vista su calva, su camiseta, sus maltrechos zapatos, me rescata la pasión con que lee el fragmento, realmente creo estar escuchando al personaje del libro, no tan solo leyendo sus palabras, sino escuchando su voz, viviendo su pesimismo cómico. La sensación es única, pocas veces he oído hablar a un personaje de novela, y nunca con una voz que no fuera la mía. Me olvido de los prejuicios iniciales y asisto a una nueva presentación.
Ante mí, un licenciado por Cambridge, crítico con la sociedad actual y sus patrones de comportamiento, presenta su nuevo trabajo literario: "A long way down". Explica cómo acude día tras día a su oficina, a diez minutos andando de su casa, para trabajar, sigue horario de oficina. Además de sus exitosas novelas también escribe periódicamente para varias publicaciones, sobretodo americanas. Responde a las preguntas del presentador del libro dejando entrever un agudo sentido de humor que más tarde se hace perfectamente visible.
En darse paso al turno de preguntas abierto, la primera intervención deja perpleja a la sala: "Mi desconocimiento del idioma me hace fijarme en otros detalles, en otros aspectos que generalmente pasan desapercibidos. Así, he disfrutado de la musicalidad de su intervención, de las caras de la gente, de las miradas que sucedían a sus palabras, de la iluminación de la sala, de la decoración. Todo ello me ha conducido a plantearle la siguiente pregunta: ¿Por qué motivo está iluminado el panel morado de la izquierda y no lo está el rosa de la derecha?". Tras unos instantes a la espera de escuchar la traducción completa, y otros más de simple perplejidad, Hornby no puede dejar escapar una carcajada.
La segunda intervención no es menos original, la reacción del escritor es: "Me dan miedo las preguntas que podéis llegar a hacerme". Por suerte, a partir de la tercera vuelve la normalidad, y todo ello no ha hecho más que hacernos constatar las virtudes oratorias y, a su vez, la sencillez, del autor.
Concluido el acto, me dirijo a él para obtener una dedicación en mi ejemplar. Me saluda educadamente pero con extrema seriedad. Le doy la enhorabuena por su trabajo y le comento cuánto y en qué sentido ha cambiado mi percepción sobre él. Se alegra, con extremada educación me agradece mi confianza en él y mi asistencia al acto. Satisfecho, me despido, hoy he vuelto a constatar que la mayoría de las personas exitosas en su trabajo, si no todas, deben su éxito no tan sólo a la inteligencia, sino al esfuerzo diario.